4.12.09

Parasha hashavua


Durante estas dos últimas semanas hemos estudiado la personalidad de uno de los personajes más complejas e intrigante de la Biblia Hebrea. El tema central de la parashá para la semana pasada (VaYetzei: Génesis 28:10-32:3) y para la corriente (VaYishlaj: Génesis 32:4-36:43) trata de la personalidad del tercero de los tres patriarcas de Israel, Jacobo. En estas dos secciones semanales podemos dividir la vida de Jacobo en tres partes: su vida en la tierra de Israel, su exilio de la tierra, y su vuelta a su patria. En el fin de Génesis Jacobo saldrá otra vez de Israel y fallecerá en el exilio egipcio La personalidad de Jacobo nos ofrece muchos desafíos. El texto bíblico no oculta ni su defectos de carácter ni sus capacidades. Lo vemos como una persona a veces egoísta y hasta un embaucador. Sufría una relación conflictiva con su padre y su hermano y en un punto más adelante también con sus hijos. De hecho, Jacobo no se llevaba bien con los otros hombres de su vida, y parece que a veces las mujeres de su vida lo dominaban. A pesar de sus desafíos interpersonales, el texto también nos presenta sus fuerzas. Era un hombre de negocio brillante. Su trabajo con las ovejas moteadas tal vez lo transformara en el primero para trabajar en el campo de epigentica (el estudio de cambios heredados en los genes sin cambios en el DNA) Durante la segunda parte de su vida, la del exilio, Jacobo también aprendió el significado de trabajar en las condiciones injustas y de las dificultades de separarse de las practicas de negocios y éticas malas de una sociedad hostil. Jacobo aprendió que todos somos controlados no solamente por nuestros objetivos y éticas sino por los de nuestros compatriotas y a veces la única solución es separarse de ellos. El exilio enseño a Jacobo que la vida es un acto de equilibrar las necesidades del presente con las esperanzas del futuro. Estaba en la vuelta a Israel que se dio cuenta de que la vida está compuesta de las realidades actuales y de los sueños y las aspiraciones del futuro. Es peligroso no prestar atención a los dos. Quizás más que nada Jacobo luchó con el temor. Jacobo nos enseña que para ser "un hombre" tenía que conquistar su ego y reconocer sus miedos. Solamente al enfrentar el "ish" (significdo: el otro o sí mismo) se da cuenta de que ya no puede huirse de sí, que para ser un adulto completo debe luchar con el miedo y vencerlo. Su vida nos enseña que los desafíos en la vida son nada más que "paradas en el tiempo" en las cuales D'os nos espera. Su enfrentamiento con el miedo lo enseñó a equilibrar las necesidades ajenas con las de si mismo. Solamente al volver a Israel y a su familia pudo comprender que él estaría definido por el bien que hizo a si mismo y a la vez por sus queridos. En los principios de su vida, vimos una persona auto-absorbida, pero a lo largo de su vida se hizo en un hombre humilde que comprendía que la vida sin otros carece de significado. La vida se compone de desafíos y D'os nos da el coraje para conquistar estos desafíos. Su biografía nos enseña que la vida es más que lo veamos, es lo que vivimos. Nuestra habilidad de unir las realidades de ahora con las potenciales del futuro nos define. Su vida nos dice que no importa nuestra inteligencia o belleza, nadie puede vivir aislado de sus prójimos y todos necesitamos D'os y la espiritualidad en la vida. Puede ser que se expresara esta idea mejor cuando en Génesis dice (28:16): Va'Yiketz Yaacov mishnato vaYomer: Ajen yesh Adoshem ba-makom ha'zeh v'anoji lo yadati/Jacobo se despertó y dijo: Por supuesto D'os estuvo en este lugar y no me di cuenta" Su desafío a nosotros: ¿podemos despertarnos de nuestro sueño y darnos cuenta que D'os está presente en nuestras paradas por la vida?

SHABAT SHALOM