13.11.09

Parasha "Jaye-Sará"


La parashá para esta semana nos permite ver la primera transición generacional de la Biblia hebrea. Llamada "Jaye-Sará" (La vida de Sara) trata de su muerte y la transición desde la primera matriarca, Sará, hasta la segunda, Rebeca (Rivká). Van a encontrar esta sección semanal en Génesis 23:1-25:18. Como tanto en el texto bíblico tenemos que trabajar para determinar lo que el texto hebreo nos enseña. Por ejemplo, la parashá actual nos relata la muerte de Sara en la forma más sucinta posible. Nos dice: -Vayehu jaye-Sará mea shanah v'esrism shanah vshevah shanim jaye-Sará. V'tamat Sará b'Kiriat Arbah hi Jebrón b'Eretz Canaan vayavo Avraham l'ispod l'Sarah vlivkotah/Sarah vivía por ciento veinte siete años, estos eran sus años. Sará se murió en Kiriat Arba, esto es Jebron, en la tierra de Canaan y Abraham vino (allá) para dar una charla de despedida (panegírico) y para llorarla (hacerle el duelo)." Con estas pocas palabras, Sara se entra en la historia y nunca había de volver a estar mencionado en el texto de la Biblia hebrea. La vida de Sara no era fácil. Es verdad que tenía una vida larga y productiva. Sabemos mucho de sus acciones pero ignoramos su personalidad y sus sentimientos. Sabemos que viajó una gran distancia de su patria, que sobrevivía las hambrunas, secuestros y años de esterilidad. Su casamiento no siempre era feliz. Su vida de familia era difícil. Había peleas familiares y momentos duros. Abraham no estuvo presente en su muerte. El texto nos dice que la loaba en su funeral, pero tenemos que preguntarnos acerca de su relación matrimonial. A pesar de estos desafíos la tradición nos dice que vivía una buena vida. ¿Por qué? ¿Cómo podemos clasificar su vida buena a pesar del hecho que sufría en la vida y estaba casi olvidada en la muerte? Quizás una de las lecciones de esta sección semanal es que el éxito no depende de las oportunidades que la vida nos da, sino de lo que escogemos hacer con ellas. Sara se negó a ver la vida en forma negativa. A pesar de todo lo que le pasó a ella siempre mantenía una actitud positiva frente a las dificultades que la vida le presentó. La vida de Sara nos enseña que nuestro impacto es mayor cuando damos énfasis a lo "nosotros" en lugar de lo "yo". Sara nunca pidió la gratitud. No vivía pidiendo la atención, sino vivía con la comprensión que cuando exigimos la gratitud nunca la recibimos y cuando nos llamamos la atención, nos hacen caso omiso. También su vida nos enseña que en esta vida nada es permanente, que no hay ninguna generación o ser humano que viva para siempre. Sara nos enseñó que debemos disfrutar cada día de la vida sabiendo que esta vida llegará a su conclusión. Por eso, se condujo no según los deseos ajenos sino según sus propios principios y para realizar sus propios ueños y objetivos. Era más que la mujer de Abraham, era su propia persona, una mujer que no tenía miedo de nadie y transformaba lo negativo en lo positivo. Tal vez no debería sorprendernos que el texto bíblico nos enseña tanto de su vida por medio de decirnos tan poco de su muerte. Era un símbolo ejemplar tanto en la muerte como en la vida. Comprendió que todos nosotros somos nada más que una gota en el río de la historia. Ella salió del estrado de la historia discretamente y sin llamarse atención a sí. Irónicamente, por no llamarse la atención a sí misma, se hizo en más que un símbolo ejemplar eterno. Era meas que la primera matriarca de nuestro pueblo, también era la madre de la civilización occidental.