11.12.08

La parashá " VaYishlaj"



Génesis 32:4-36:42

El tema central de la parashá actual gira alrededor de uno de los personajes más complicados de la Torá, el de Yaacov o como él se llama en castellano, Jacobo.

Como personaje literario, Jacobo nos encanta y nos frustra a la vez. Es una figura romántica e insensible, y nunca estamos totalmente seguros cómo nos impacta, si lo queremos o lo odiamos. En su juventud sacrificó una parte de su integridad y por eso él sufrió el castigo de tener que vivir en el exilio por más de dos décadas. En cambio, siendo adulto él se da cuenta de que debe hacer las paces con su hermano, Esav, si él va a regañar un "sentido de sí mismo,:" es decir regañar su integridad. En los días antes de su regreso a la tierra de Canaan (Israel) le manda regalos a su hermano. ¿Eran estos regalos simplemente una manera de aplacar a su hermano, de disminuir el rencor de Esav? o ¿Comprendió que nunca iba a regañar su integridad hasta que corrigió sus errores pasados? ¿Es posible que se dio cuenta de que nunca estaría a paz consigo mismo hasta que hizo las paces con su hermano?

Es interesante que estudiamos esta parte de la Torá solamente algunos días antes de la fiesta de Janucá. Nos hace preguntarnos ¿Por qué damos regalos? ¿Damos regalos simplemente para mantener la paz, reconciliarnos con nuestro prójimo? ¿Damos los regalos a causa de la necesidad o por que deseamos darlos? ¿Son símbolos de nuestra integridad o de nuestras obligaciones?

Quizás el acto de dar regalos por Jacobo nos enseñe que el regalo más importante que damos es algo de nosotros mismos. Nunca es fácil compartir la vida, está llena de riesgos y a veces perdidas. Los regalos de Jacobo nos enseñan que no hay soluciones fáciles en la vida, que los regalos dados por obligación nunca corrigen los errores del pasado. Esta parashá nos enseña que más que el valor del regalo lo que importa es la intención (Kavaná, en hebreo) del regalo. Si la intención es pura harán mucho más que apaciguar el rencor, serán símbolos de teshuvá, la acción de reconstruir los lazos interhumanos que forman nuestras relaciones con nuestros prójimos.

B'shalom u-vrachah,


In peace and blessings,

Rabbi Peter Tarlow