Perashá de la semana: Pinejas
(Cuarto libro de la Torá: Bamidbar/Números 25:10 a 30:1)1- RESUMEN DE LAS PERASHA
El celo por defender el honor Divino, puesto en evidencia por Pinejás en su rápida intervención para detener la transgresión de su pueblo, lo hace merecedor de la Kehuná Guedolá (Sumo Sacerdocio) para él y su descendencia por siempre y del Pacto de Paz con el Creador. Di-s instruye a Moisés sobre la acción ofensiva que deberán emprender contra los midianitas por haber incitado al pueblo judío a pecar y a degradarse. Moisés y Elazar reciben la orden de realizar un censo de la población ante la inminencia de la conquista de la tierra de Canaan, tanto para determinar el número de hombres disponibles para una guerra como para la distribución de la Tierra de Israel entre las tribus. Se enuncian los nombres de las familias que componen cada tribu y el censo general (sin los levitas), da un cómputo de 601.730 hombres aptos para el ejército. Di-s instruye a Moisés sobre la extensión de territorio que se adjudicara a cada tribu quedando su situación geográfica definida por medio de un sorteo. La tribu de los levitas no tiene parte en la adjudicación de tierras pues están a cargo del servicio Divino y el censo de sus integrantes es realizado en forma separada.
Las hijas de Tzelofjad, hijo de Menashé, hijo de Iosef, cuyo padre había muerto en el desierto, reclaman para si la herencia de su padre en la tierra de Israel pues no tienen un hermano varón. El veredicto Divino establece que su reclamo es justo y la herencia no pasará a otras manos en ausencia de un hijo varón. Di-s ordena a Moisés que ascienda a la montaña de Abarim y observe la Tierra que otorgará en heredad a los hijos de Israel. Moisés pide a Hashem que designe al líder que lo sucederá para conducir al pueblo. Iehoshúa Bin Nun es elegido y Moisés coloca sus manos sobre él, en presencia de toda la nación transfiriéndole el mando. Finaliza la sección con la descripción de todas las ofrendas que traerá el pueblo judío al Santuario después de que entre en la Tierra Prometida.
2- CAMPEÓN DEL SACRIFICIO
Una parte de nuestra porción semanal de la Torá, Pinejás, es leída en los días de cada festividad importante del calendario judío. La lectura de Pinejás es siempre la que compone el maftir, la lectura adicional para el día festivo. Y es asimismo leída de un rollo de Torá diferente del de la lectura principal del día que describe esa festividad.
La razón obvia y correcta de utilizar la perashá de Pinejás en las festividades es porque el servicio y sacrificio especial adicional del Templo -el Musaf del día para cada una de los días festivos del año judío- es claramente registrado y descrito allí.
En un mundo judío ahora tan alejado del servicio en el Templo y extraño a las razones cósmicas de las ofrendas de animales, toda esta lectura adicional ("maftir") suena como rara e irrelevante. Sin embargo, existe dentro del maftir una importante y valiosa lección para nosotros, una que ha sobrevivido la destrucción del Templo y la consecuente suspensión del mismo sacrificio de "musaf".
Los rabinos de Israel siempre han advertido a su rebaño que no hay victorias fáciles en la vida. Esto es, ciertamente, verdadero en todos los campos de la vida física diaria, pero, es aún más apropiado y definitivo en temas del espíritu y del alma.
Uno de los más crueles engaños que las modernas, progresistas, socialmente correctas pero espiritualmente vacías formas "modernas" del judaísmo han perpetrado en sus desventurados e ignorantes miembros, es que la religión y, especialmente, el judaísmo, no hace demandas difíciles a sus creyentes. El retrato del judaísmo como una fe de sentirse bien, tocar la guitarra, liberal, secular-humanista es una parodia y una tragedia. La sinagoga nunca tuvo la intención de ser un sitio para el confort sino para el desafío y la búsqueda de objetivos. El shabat y las festividades son días del espíritu que deben ganarse -que requieren sacrificio, esfuerzo y preparación. No se obtienen de una forma barata. Los rabinos del Talmud declaraban: "La Torá es tan cara y difícil de adquirir cual vasija de oro y tan frágil y fácilmente destruible como el más delgado vaso de cristal". Por lo tanto, en las festividades del calendario judío, la tradición judía demanda que leamos sobre las ofrendas que eran parte del servicio en el Templo a fin de recordarnos los sacrificios necesarios para alcanzar una apreciación profunda de la festividad y de su significado. El concepto de sacrificio, tal como está descrito en la Torá, relacionado al servicio del Templo, de acuerdo a la reflexión de Rabi Moshé ben Najman (Ramban), tiene como objetivo imprimir en nosotros la idea del auto sacrificio por la Torá y por el D'os de Israel. En consecuencia, en los días más gratos y más disfrutables del año judío, las festividades, se nos insta a recordar el constante costo que implica permanecer como judío y lograr el placer y el significado espiritual que la festividad, invariablemente, trae consigo.
Podemos por lo tanto retornar a examinar y comprender por qué estas porciones de los sacrificios de la Torá fueron específicamente colocados en la perashá de Pinejás. Pues ¿no es Pinejás, con su heroísmo, coraje, ausencia de egoísmo y negación del propio interés, la personificación del sacrificio, tanto física como espiritualmente? Hashem Mismo reconoce el acto de sacrificio de Pinejás y le extiende a él y a sus descendientes las eternas bendiciones de paz, armonía y servicio Divino. Estas bendiciones, como todos sabemos por nuestras propias experiencias personales de vida, no son fácilmente obtenibles. Pero Pinejás, el campeón del sacrificio, las ha ganado y será capaz de mantenerlas a través de la historia judía. Cada día que nos entregamos al servicio de D'os, cada día que, voluntariamente, sacrificamos de nuestro tiempo, talentos, energías y bienes para Su causa, es una festividad. La actitud de sacrificio ennoblece nuestros días y nos hace personas especiales -un reino de sacerdotes y una nación santa.
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