14.1.06

Porção semanal da Torá

Vaijí (Primer libro de la Torá: Bereshit/Génesis 47:28 a 50:26)

1- RESUMEN DE LA PERASHA
Iaakov ha llegado a la edad de ciento cuarenta y siete años y siente que se aproxima el final de su vida. Llama a Iosef y le hace jurar que a su muerte, lo sepultará en su tierra, en la cueva de Majpelá (en Hebrón), donde descansan sus padres y abuelos, y no en Egipto. Iaakov se enferma y Iosef trae a sus dos hijos Menashé y Efraim junto al lecho. Iaakov le comunica a Iosef que ellos serán en el futuro contados entre sus propios hijos, encabezando cada uno de ellos un shebet (tribu) como los demás hijos del Patriarca. Luego los besa y abraza con enorme gozo y se dispone a bendecirlos. Coloca su mano derecha sobre la cabeza de Efraim y la izquierda sobre la de Menashé. Iosef desea rectificar a su padre diciendo que Menashé es el mayor pero Iaakov no cambia su posición diciendo que aunque también Menashé sería padre de una gran nación, la de Efraim sería aún mayor (de él descendería posteriormente Iehoshúa, quien entraría junto al pueblo en Eretz Israel y le enseñaría Torá).Iaakov llama luego al resto de sus hijos para bendecirlos, reflejando en sus bendiciones el rasgo de carácter distintivo de cada una de las tribus y su propia misión en el servicio Divino y pronunciando también profecías sobre el futuro de cada tribu.Iaakov parte de este mundo y su hijo Iosef desconsolado, cae sobre él, lo besa y llora. Los egipcios guardan setenta días de duelo. Iosef obtiene el permiso del Faraón para ir con sus hermanos a enterrar a su padre y una gran procesión lo acompaña desde Egipto hasta la Cueva de Majpelá en Hebrón. Los hermanos buscan el perdón de Iosef por sus antiguas acciones a lo que Iosef responde que no tiene el menor ánimo de venganza asegurándoles que va a continuar sosteniéndolos, a ellos y a sus familias. Antes de morir, Iosef hace jurar a sus hermanos, los hijos de Israel, que llevarán sus restos con ellos hacia la Tierra Prometida cuando llegue el día en que Di-s los conduzca de regreso. Luego de tener el mérito de ver hasta bisnietos, a través de su hijo Efraim, muere Iosef a la edad de 110 años de edad y es embalsamado y colocado en un féretro. Con esta perashá finaliza Bereshit (Génesis), el primer libro de la Torá.

2- EL ALMA ES UN DIAMANTE
En el principio de la perashá de esta semana, Vaiji, leemos acerca de los últimos diecisiete años de la vida de Iaakob, los cuales pasó en Egipto y luego falleció a la edad de 147 años. Finaliza la perashá con el fallecimiento de todos los hijos de Iaakob. Iosef fue el que menos vivió, 110 años; Levi el que más y falleció a la edad de 137 años.
Rab Jaim ben Attar, en su comentario Or Hajaim, pregunta: "¿Por qué la gente vivía más tiempo en el principio de la Creación (Adam, 930 años) y mucho menos en años posteriores?". Y explica la declinación de la longevidad con la siguiente parábola:
Un rey que tenía muchas minas de diamantes, les dio esas piedras rugosas y sin pulir a muchos artesanos para que las trabajaran y extrajeran de ellas su gran belleza potencial. Prometió que quienquiera cumpliera su tarea y su cuota de piedras pulidas, sería recompensado generosamente.
Le dio a cada trabajador muchas piedras. A uno le dio 300.000 piedras para que las trabajara. A otro 350.000, etc. Asignó un día para cada piedra. Cada artesano debía devolver sus piedras cuando concluyera completamente su labor.
Cuando el tiempo llegó a su término y el rey revisó su trabajo, se decepcionó enormemente. No sólo que no extrajeron el máximo potencial de las piedras sino que incluso entregaron algunas de ellas en peor forma de la que tenían originalmente. El rey estaba muy triste. Castigó a los obreros y ordenó que la siguiente generación de artesanos se cuidara de no cometer el mismo error que sus padres.
Sin embargo, el rey también se dio cuenta de que tenía que hacer las cosas más fáciles para que los hijos cumplieran su tarea sin cargarlos con sus expectativas. De modo que, en lugar de dar 300.000 piedras, les dio sólo una décima parte (30.000 o 40.000). El rey pensó para sí: "Una vez que los hijos se percaten de que no tienen tanto trabajo como sus padres y de que tienen que rendir cuentas y mostrar el trabajo más temprano, estarán mucho más concientes del tiempo que tienen para devolver los diamantes y hacer una mejor labor".
Lo mismo -dice el Or Hajaim- es con la vida. El alma dentro de cada uno de nosotros es el diamante Divino que la persona debe pulir. Esto es logrado mediante el cumplimiento de mitzvot y buenas acciones. El alma se compone de muchas facetas o cualidades. Cada día de la vida de uno ha sido asignado para pulir una de esas facetas/cualidades.
En el principio de la Creación, D'os dio a la humanidad grandes almas con muchas facetas/cualidades que requerían mucho tiempo para cumplir su labor, de modo que les asignó muchos años. Sin embargo, ellas no cumplieron su misión. En lugar de eso, debido a que D'os les había dado cientos y cientos de años para hacer el trabajo, ignoraron el hecho de que un día debían rendir cuentas ante el Creador.
D'os llegó a la conclusión de que la obra era demasiado grande y el tiempo adjudicado para realizarla demasiado largo. Fue así que hizo el trabajo más pequeño y acortó el tiempo de vida. De esta forma le dio al hombre mayor aliento para cumplir su misión y devolver su alma con toda la belleza posible, ganando así la recompensa que D'os deseó dar desde el mismo comienzo).

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